domingo, 25 de mayo de 2014

Guayaquil, otro modo de ver la historia


Lejos de toda la solemnidad de la educación escolar, Mario Diament toma el encuentro de los libertadores de América San Martín y Bolivar, ubicándolos en su misteriosa reunión en Guayaquil y junto a Manuel Iedvabni nos invita a explorar otra historia.  Como el autor ya nos tiene acostumbrados ahonda en el factor humano,  sus pasiones, sus debilidades y por qué no, sus miserias. 

El público se mantiene expectante durante toda la obra, sorprendidos por ésta nueva manera de mirar la historia.  Edgardo Moreira (San Martín) interpreta de modo extraordinario, un Libertador mucho más humano, algo arrogante y apasionado.  Intenso en su relación con la batalla y con el amor.  Por otra parte Bolivar, interpretado por Pablo Razuk se apersona como un ambicioso y soberbio Libertador.

Ambos héroes de la historia latinoamericana van diseñando sus propias estrategias durante toda la obra, en un recurso muy bien logrado, con la iluminación y la escenografía, en un gran juego de dirección, en donde a modo de jugada cada uno especula el movimiento del otro; y es aquí donde se tornan de vital importancia Rosa Campuzano (Georgina Rey) quien mantenía una relación con San Martín y  Manuela Saenz (Ana Yovino) quien fue la compañera de Bolivar.  Ambas mujeres serán mucho más que una compañía.  Desatarán amores, pasiones y deseos que cambiarán el rumbo de la historia.


Todo comienza con un historiador que intenta reconstruir la historia de Guayaquil, sobre la que no hay documentación y un chal rojo, será la puerta que se abrirá a la luz de la verdad y sus turbulentas pasiones.

Por Carina Polo

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